sábado, 29 de diciembre de 2007

V Discurso de Hermes a su Hijo


Entonces, padre, la doctrina de la fatalidad, que recién me expusiste, corre el riesgo de ser contradecida por ésta. En efecto, si el destino ha fijado inexorablemente que éste u otro sea adúltero o sacrílego, o cometa cualquier otro crimen, ¿podrá castigarse a aquél que ha cometido ese acto bajo el apremio de la Fatalidad? – Todo es obra de la Fatalidad, hijo mío, y sin ella nada puede suceder de cuanto se relaciona con las cosas del cuerpo, ni para bien ni para mal. La Fatalidad ha decretado igualmente que aquél que ha hecho el bien experimente las consecuencias de ello, y por esta razón actúa para sentir lo que siente por haber actuado así.

jueves, 27 de diciembre de 2007

IV Discurso de Hermes a Tat


Cuando, por el contrario, las almas humanas no han obtenido al intelecto como guía, sufren idéntica condición que las de los animales sin razón. En efecto, el intelecto colabora con ellas al dejar el campo libre a la intemperancia, y las almas se dejan llevar por la violencia de sus apetitos hacia esas concupiscencias que tienden a lo irracional y al igual que los animales carentes de razón, no cesan en su entrega a los movimientos irracionales de la cólera y la intemperancia y nunca encuentran la satisfacción a sus vicios: pues los movimientos irracionales de la cólera y la concupiscencia son los vicios mayores. A esas almas es a las que ha impuesto Dios el gobierno de la ley, para castigarlas e inculparlas con el pecado.

miércoles, 26 de diciembre de 2007

II - III De Hermes Trismegisto a Tat


En todo lugar donde hay alma, hay intelecto, así como en todo lugar donde hay vida hay también alma. Pero en los animales carentes de razón, el alma sólo es vida pura, sin intelecto. Pues el intelecto únicamente otorga sus beneficios a las almas de los hombres: las talla para el bien. En los animales carentes de razón coopera con el instinto natural presente en cada uno de ellos, mientras que en las almas de los hombres actúa en contra de él. Ya que toda alma, desde el momento en que entra en un cuerpo, es pervertida al punto por el dolor y el placer, pues el dolor y el placer son como los humores del cuerpo compuesto que hierven en su interior y en los cuales el alma se sumerge y ahoga.
III Así, cuando las almas permiten que el intelecto las gobierne, éste les manifiesta su luz y se opone a sus temores. Y tal como un buen médico hace sufrir al cuerpo que es ya presa de la enfermedad cuando cauteriza o corta su parte enferma, así el intelecto hace sufrir al alma apartándola del placer, que es la causa de donde se promueven todas sus enfermedades. Ahora bien, la gran enfermedad del alma es la negación de Dios, y después de ésta la opinión errónea: de ellas proceden todos los males, y ningún bien. Por ello, el intelecto, al luchar contra la enfermedad, confiere el bien al alma del mismo modo que el médico cuando trae la salud al cuerpo.

domingo, 23 de diciembre de 2007

VIII Dios se enamoró de su forma


Ahora bien, el Noûs, Padre de todos los seres, siendo vida y luz, produjo un Hombre parecido a él, del que se prendó como de su propio hijo. Pues el Hombre era muy hermoso, reproducía la imagen de su Padre: porque verdaderamente es de su propia forma que Dios se enamoró, y le entregó todas sus obras.

jueves, 20 de diciembre de 2007

VII De cómo el Nous puso en marcha el movimiento circular


Sin embargo, el Noûs demiurgo, conjuntamente con el Verbo, conteniendo los círculos y haciéndolos girar con un zumbido, puso así en marcha el movimiento circular de sus criaturas, permitiéndoles cumplir su revolución desde un comienzo indeterminado hasta un fin ilimitado, pues él comienza donde se acaba. Y esta rotación de los círculos, según el querer del Noûs, produjo, sacándolos de los elementos que pesan hacia lo bajo, animales sin razón (pues ya no retenían el Verbo en ellos), el aire produjo volátiles y el agua animales acuáticos. La tierra y el agua habían sido separadas una de otra, según el querer del Noûs, y la tierra hizo salir de su propio seno los animales que retenía en sí, cuadrúpedos y reptiles, bestias salvajes y domésticas.

lunes, 17 de diciembre de 2007

VI De que el Verbo de Dios se elevó por encima de la materia


X Inmediatamente el Verbo de Dios se elevó fuera de los elementos que pesan hacia abajo, y se lanzó hacia esa pura región de la naturaleza que acababa de ser formada, se unió al Noûs demiurgo (pues era de la misma esencia) y, a causa de ello, los elementos inferiores de la naturaleza fueron abandonados a sí mismos desprovistos de razón, para no ser ya sino simple materia.

sábado, 15 de diciembre de 2007

V De los Siete Regentes del Destino.


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IX Pero el Noûs Dios, siendo andrógino, existiendo como vida y luz, procreó con su palabra un segundo Noûs demiurgo que, siendo dios del fuego y del aliento vital, moldeó Regentes, siete en número, que envuelven en sus círculos al mundo sensible; y su gobierno es llamado el Destino.

miércoles, 12 de diciembre de 2007

IV Acerca de que la Naturaleza surge de la Voluntad de Dios


VII Con estas palabras él me miró de frente largo tiempo, tanto que temblé ante su aspecto. Después, cuando volvió a levantar su cabeza, yo vi en mi Noûs la luz, consistente en un número incalculable de Potencias que se tornaban un mundo sin límites, mientras el Fuego era envuelto por una fuerza todopoderosa y así, firmemente contenido, había fijado su posición. Esto fue lo que discerní en esta visión, animado por la palabra de Poimandrés.

VIII Como sin embargo estaba completamente fuera de mí, él me dijo nuevamente:
– Has visto en el Noûs la forma Arquetípica, el preprincipio anterior al comienzo sin fin; así me habló Poimandrés.
– Ahora bien, ¿de dónde han surgido los elementos de la naturaleza?, dije. El respondió:

– De la Voluntad de Dios, que, habiendo recibido en ella el Verbo y habiendo visto el hermoso mundo arquetípico, lo imitó, quedando modelada en un cosmos según sus propios elementos y su progenie, las almas.