lunes, 26 de noviembre de 2012

Acerca de cómo ver a Dios con los ojos del corazón


 
Tal es pues, Tat, la imagen de Dios que he dibujado para ti lo mejor que he podido: si tú la contemplas exactamente y te la representas con los ojos del corazón, créeme, hijo, encontrarás el camino que conduce a las cosas de lo alto. O, más bien, es la propia imagen quien te mostrará la ruta. Pues la contemplación posee una virtud propia: toma posesión de los que ya una vez han contemplado, y los atrae a sí como -se dice- el imán atrae al hierro.

martes, 6 de noviembre de 2012

Acerca de que nada existe sin principio, el cual no ha salido de la nada, sino de él mismo.




Así es que, la mónada, siendo principio y raíz de todas las cosas, existe en todas las cosas, en tanto que raíz y principio. Ahora bien nada existe sin principio. En cuanto al principio mismo, él no ha salido de nada, sino es de él mismo, ya que es en efecto principio de todo el resto. Siendo así principio, la mónada comprende todo número, sin estar comprendida en ninguno de ellos. Y engendra todo número, sin ser engendrada por ningún otro número. Efectivamente, todo lo engendrado es imperfecto y divisible, extensible y reducible; pero nada así afecta a lo perfecto. Y, si bien lo que es extensible deriva su extensión de la mónada, sucumbe al contrario por su propia debilidad cuando no es más capaz de contenerla.