sábado, 3 de agosto de 2013

Acerca de quién mantiene el sol, la luna y todo el orden de los astros


Así pues si quieres ver a Dios, considera el sol, considera el curso de la luna, considera el orden de los astros. ¿Quién es el que lo mantiene así? Todo orden en efecto supone una delimitación en cuanto al número y al lugar. El sol, dios supremo entre los dioses del cielo, a quien todos los dioses celestes ceden el paso como a su rey y soberano, sí, el sol con su inmenso tamaño, él que es más grande que la tierra y el mar, soporta tener por encima de sí, cumpliendo su revolución, astros más pequeños que él mismo. ¿A quién reverencia o a quién teme, hijo mío? ¿Todos esos astros que están en el cielo no cumplen, cada uno por su lado, un curso semejante o equivalente? ¿Quién ha determinado para cada uno de ellos el modo y la amplitud de su carrera?

domingo, 14 de julio de 2013

Acerca de que el Conocimiento ve lo inaparente, ya que él mismo es inaparente.

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Por eso es evidente que el Único no engendrado es a la vez inaparente y no susceptible de ofrecerse en imagen sensible, pero, como él da imagen sensible a todas las cosas, aparece a través de todas, y en todas, y aparece sobre todo a aquellos a quienes él mismo ha querido manifestarse.

Tú pues, Tat, hijo mío, ruega en primer lugar al Señor y Padre y Solo, que no es el Uno sino fuente del Uno, que se muestre propicio, a fin de que puedas alcanzar por el entendimiento ese Dios tan grande y para que haga resplandecer uno de sus rayos, aunque sea uno sólo, sobre tu inteligencia. En efecto, sólo el Conocimiento ve lo inaparente, ya que él mismo es inaparente. Si puedes, aparecerá entonces a los ojos de tu intelecto, Tat: pues el Señor se manifiesta con plena liberalidad a través de todo el Universo. ¿Puedes ver tu pensamiento y asirlo con tus propias manos y contemplar la imagen de Dios? Pues, si incluso lo que está en ti es para ti inaparente, ¿cómo se te manifestará Dios mismo, a ti, por medio de los ojos del cuerpo?

martes, 1 de enero de 2013

Acerca de que Dios es inaparente y lo más aparente

He aquí todavía una doctrina, Tat, que quiero exponerte
completamente, para que no continúes sin ser iniciado
en los misterios de Aquél que es demasiado grande para
ser llamado Dios. Tú pues, comprende cómo el ser que
a la mayoría parece inaparente va a volverse para ti en
el más aparente. En efecto, no podría existir siempre
si no fuese inaparente; porque todo lo que aparece ha
sido engendrado, ya que ha aparecido un día.
Al contrario lo inaparente existe siempre, porque
 no tiene necesidad de aparecer: es eterno en efecto, y
es él quien hace aparecer todas las demás cosas,
siendo él mismo inaparente ya que existe siempre.
Hace aparecer todas las cosas, pero él mismo no
aparece jamás, engendra, pero él mismo no es
engendrado; nunca se nos ofrece como imagen
sensible, pero él es quien da una imagen sensible a
todas las cosas. Pues manifestación en imagen sensible
sólo la hay de los seres engendrados: en efecto venir al
ser no es otra cosa que aparecer a los sentidos.