Si tú puedes
concebir a Dios, concebirás también lo bello y bueno, lo soberanamente
luminoso, lo soberanamente iluminado por Dios; pues esa belleza es
incomparable, y esa bondad inimitable, tal como Dios mismo. Por ello, la idea
que te haces de Dios, debes hacértela también de lo bello y bueno; pues, desde
el momento mismo que ellas son inseparables de Dios, esas cosas son
incomunicables a otros vivientes que no sean Dios. Cuando vas en busca de Dios,
es también hacia lo bello que vas. Porque no hay más que una sola senda que
lleva de aquí hacia lo bello, la veneración acompañada del Conocimiento.
Hace 3 meses