sábado, 22 de septiembre de 2012

Acerca de que el Bien es infranqueable



Puesto que ello es así, Tat,
hemos tenido y tendremos siempre a nuestra disposición lo que viene de Dios: pero que lo que viene de nosotros corresponda a ello y no esté en falta; pues Dios, él, no es responsable, somos nosotros los responsables de nuestros males, en tanto los preferimos a los bienes.

¿Ves, hijo mío, cuántos cuerpos hemos de atravesar, cuántos coros de espíritus, y qué sucesión continua y qué cursos de astros, a fin de ir aprisa hacia el Uno y Solo?

Porque el Bien es infranqueable, sin límite y sin fin, y en lo que respecta a él mismo, también sin comienzo, aunque a nosotros nos parezca que tiene uno cuando llegamos a conocerlo. Pues el conocimiento no señala el comienzo del mismo Bien, es solamente para nosotros que comienza en tanto que objeto a conocer. Aferrémonos pues de ese comienzo y apresurémonos en recorrerlo todo: porque es una vía de difícil comprensión el abandonar los objetos familiares y presentes para deshacer camino hacia las cosas antiguas y primordiales.

domingo, 2 de septiembre de 2012

Acerca del Uno y Solo




Las sensaciones de estos hombres son muy cercanas a las de los animales sin razón y, como su temperamento permanece en un estado de pasión y de cólera, no admiran las cosas dignas de contemplación, no se dedican sino a las voluptuosidades y apetitos del cuerpo, y creen que es para estas cosas que el hombre ha venido al ser. Por el contrario, todos los que han participado en el don venido de Dios, esos, Tat, cuando se comparan sus obras con las de la otra clase, son inmortales y no ya mortales, porque han abarcado todas las cosas por su propia Inteligencia: las de la tierra, las del cielo, y lo que puede hallarse aun por encima del cielo. Habiéndose elevado ellos mismos así a una tal altura, han visto el Bien, y, habiéndolo visto, han considerado la estancia aquí abajo como una desgracia. Entonces, habiendo despreciado todos los seres corporales e incorpóreos, van aprisa hacia el Uno y Solo.

Tal es, Tat, la ciencia del Intelecto, posesión en abundancia de las cosas divinas y comprensión de Dios, ya que la crátera es divina.