lunes, 29 de octubre de 2012

El Bien es invisible y no tiene ni forma ni figura

 
 En efecto, lo que aparece a los ojos hace nuestras delicias mientras que lo no aparente despierta en nosotros la duda. Ahora bien las cosas malas son más aparentes a los ojos. El Bien por el contrario es invisible a los ojos visibles. No tiene en efecto ni forma ni figura. Es por ello que aunque es semejante a sí mismo, es desemejante a todo el resto: pues es imposible que algo incorpóreo se muestre como aparente a un cuerpo. Tal es la diferencia de lo semejante con lo desemejante, y la deficiencia que afecta a lo no semejante con respecto a lo semejante.