sábado, 29 de diciembre de 2007

V Discurso de Hermes a su Hijo


Entonces, padre, la doctrina de la fatalidad, que recién me expusiste, corre el riesgo de ser contradecida por ésta. En efecto, si el destino ha fijado inexorablemente que éste u otro sea adúltero o sacrílego, o cometa cualquier otro crimen, ¿podrá castigarse a aquél que ha cometido ese acto bajo el apremio de la Fatalidad? – Todo es obra de la Fatalidad, hijo mío, y sin ella nada puede suceder de cuanto se relaciona con las cosas del cuerpo, ni para bien ni para mal. La Fatalidad ha decretado igualmente que aquél que ha hecho el bien experimente las consecuencias de ello, y por esta razón actúa para sentir lo que siente por haber actuado así.

No hay comentarios: