miércoles, 26 de diciembre de 2007

II - III De Hermes Trismegisto a Tat


En todo lugar donde hay alma, hay intelecto, así como en todo lugar donde hay vida hay también alma. Pero en los animales carentes de razón, el alma sólo es vida pura, sin intelecto. Pues el intelecto únicamente otorga sus beneficios a las almas de los hombres: las talla para el bien. En los animales carentes de razón coopera con el instinto natural presente en cada uno de ellos, mientras que en las almas de los hombres actúa en contra de él. Ya que toda alma, desde el momento en que entra en un cuerpo, es pervertida al punto por el dolor y el placer, pues el dolor y el placer son como los humores del cuerpo compuesto que hierven en su interior y en los cuales el alma se sumerge y ahoga.
III Así, cuando las almas permiten que el intelecto las gobierne, éste les manifiesta su luz y se opone a sus temores. Y tal como un buen médico hace sufrir al cuerpo que es ya presa de la enfermedad cuando cauteriza o corta su parte enferma, así el intelecto hace sufrir al alma apartándola del placer, que es la causa de donde se promueven todas sus enfermedades. Ahora bien, la gran enfermedad del alma es la negación de Dios, y después de ésta la opinión errónea: de ellas proceden todos los males, y ningún bien. Por ello, el intelecto, al luchar contra la enfermedad, confiere el bien al alma del mismo modo que el médico cuando trae la salud al cuerpo.

No hay comentarios: